En
la celebración de una boda, invariablemente se invierte la mayor parte del presupuesto en los menús de restaurantes, trajes de los novios, arreglos florales, alquiler de vehículos de lujo, y en muchas
otras cosas como fuentes de chocolate, máquinas de photo-call, puestos de
golosinas o los pasteles de boda.
Todos estos elementos tienen en común los elevados precios y su carácter temporal, la inversión se pierde cuando acaba la ceremonia.
Todos estos elementos tienen en común los elevados precios y su carácter temporal, la inversión se pierde cuando acaba la ceremonia.
Sin
embargo, y después de invertir miles de euros en los adornos y complementos de la boda, a veces ocurre, como
he comprobado, que donde se trata de ahorrar el máximo de dinero, es en el fotógrafo.
Justamente una de las figuras más importantes del día, quien va a
documentar tu boda y todo lo que la rodea en fotografías que perduren durante años en el recuerdo.
De
todos los gastos que se hacen en las bodas, asisto entristecido a la
infravaloración de lo que tiene precisamente mayor valor, aquello que dejará
huella imperecedera de los alegres acontecimientos del día que se comparte con amigos y familiares.
Desconozco
como ha comenzado este fenómeno, mucho me temo que la fiera competencia entre
fotógrafos en poco ha ayudado a esto, y al contrario de lo que puedan creer,
los más perjudicados son los clientes.
Ahorrar el máximo en este servicio, es un error, cuando sin duda se trata de una parte trascendental de la fiesta,
al menos más importante que la fuente de chocolate o el modelo de coche antiguo
que se alquila por un dineral para unas horas.
Ya
decidí hace tiempo modificar mi forma de trabajar, no puedo abaratar mis precios para lograr bodas, si los clientes no valoran el trabajo del
fotógrafo difícilmente saldrá un buen reportaje de todo eso, difícil no,
imposible, y lo se por experiencia, y esto es algo que los novios deben saber. No
puedo engañarles.
Ninguna
persona que aprecie y que ame lo que hace puede dejar de respetarse y de
respetar su profesión, como en el caso del fotógrafo que por lograr clientes
casi regala su trabajo.
Es
verdad que hay grandes fotógrafos, verdaderos artistas, independientemente de
lo que cobran, que hacen un excelente trabajo, pero a la larga acaban
frustrándose y abandondando. El reportaje de boda es un trabajo fantástico y
que reporta muchas satisfacciones pero también para mejorar y llegar a ser un
buen profesional necesitas vivir de tu trabajo e invertir en él.
Por
eso prefiero dejarlo claro desde el comienzo, me parece lo más honesto, hay
muchos fotógrafos de boda, si lo que las parejas buscan como único criterio es
al más económico, lo que me parece muy respetable, yo no soy su profesional.
He
hablado con muchas parejas arrepentidas por haber contratado tal o cual
fotógrafo, guiándose únicamente por el precio.
Al final pocos quedan satisfechos.
Si
soy fotógrafo de bodas y pretendo servir al cliente como merece, también debo
esperar vivir de ello. Si tirara los
precios, cuando sabemos perfectamente que en las bodas se gastan miles
de euros en caros lujos perecederos, estaría engañándome
a mi y a la pareja.
Yo
tengo claro que una de las inversiones más importantes de ese día para la
pareja es la que haga en la persona que documentará su enlace, por lo que será
un error por mi parte no valorar el trabajo que se hace con rigor y
profesionalidad. Es posible que me esté eliminando clientes con estas palabras
pero no importa, son clientes que buscan otra clase de fotógrafo, sé que tarde o
temprano encontrarán al fotógrafo que les haga la boda tirando sus precios, les
deseo suerte, aunque difícilmente saldrá como esperan.
Mis
clientes son otros, serán los que valoren aquello que haga perdurar en el
recuerdo para siempre ese día tan importante.Y para ellos estoy, a su servicio, en su mágico día...
Sergio
Vidal
Fotógrafo
de bodas
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