Si dirijo demasiado a los novios o a los invitados
durante las fotos tengo la sensación de que pretendo controlar los
acontecimientos. Prefiero dejar fluir las emociones más intensas de la pareja,
es su día al fin y al cabo, déjalos vivirlo, me repito. Si les hago posar,
besarse o hacer gestos no conseguiré captar la esencia. Para eso tengo que
moverme y acechar con mi 35mm, pendiente y tenso. Captarlo todo con discreción.
Ese es el objetivo de mi reportaje de boda. Podré conseguirlo o no, de hecho
les hago posados tras la ceremonia, pero la idea existe y a partir de eso ya
puedo trabajar con honestidad.
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